Con este título es como empiezan muchos de los testimonios de relaciones muertas. Hoy os quiero hablar del amor, o mejor dicho, de cuando deja de llamarse amor para gritarse “maltrato”.

La mayoría de inicios de las relaciones de pareja son emocionantes y/o nacen del interés hacia el otro. Estamos conociendo y descubriendo una persona que parece que nos gusta, nos atrae por alguna razón. Este es un proceso natural que luego irá evolucionando hacia un amor más maduro, si la relación sigue y salimos de la primera fase (el enamoramiento). Pero “al principio todo era perfecto” cuando llega a terapia, puede ser un indicador de gran peligrosidad. En este caso, hablamos de aquellas parejas donde uno de los dos resulta ser una persona realmente maltratadora.

“Al cabo de un tiempo, cambió radicalmente, empezó a controlar todo lo que hacía. Me preguntaba constantemente dónde estaba, con quién, qué hacía, que le enviara fotos”. “Cualquier tema o situación era motivo para discutir, así que por no hacerle enfadar…”.

Este es un fragmento de un testimonio anónimo y modificado de un caso de maltrato psicológico en pareja. Cuando esto sucede nos encontramos ante una persona que maltrata a otra porque vulnera sus derechos, valores, e intimidad a través de la manipulación y seducción. Pero como sabemos, esto no sucede de un día para otro sino que existe un camino recorrido que empieza por las buenas palabras, acciones y detalles, que enganchan al otro. Supone días y días de sutil manipulación para acabar siendo y haciendo como la pareja quiere.

“Me empezó a decir qué llevar, cómo comportarme con sus amigos, hasta cómo debía mirarles o no etc. al final no podía salir ni de casa, mientras él hacía lo que quería, claro” Todo se reducía a que yo, supuestamente, intentaba ligar siempre con alguien, quien fuera, donde fuera”.

En uno de los casos que llegó a nuestro centro, la persona había roto años antes con una relación por proyectos de vida diferentes y recibió un mensaje completamente contrario a lo que creía hasta entonces. Le dijeron que era demasiado independiente en su relación anterior y que eso no podía ser amor, así que creó una nueva creencia limitante: “estar enamorado significa estar enganchado”. Creencia de la que no era consciente y bajo la cual hizo lo que la pareja le fue pidiendo hasta anular su autoestima y crear una dependencia afectiva. En este caso la persona pudo poner un límite al maltrato cuando se dio cuenta que aquello no era normal. Se había transformado hasta tal punto que ya no se reconocía ni físicamente. ¿A costa de qué? De su propia identidad, es decir, su vida.

Es duro, pero cierto, que para que exista una persona que maltrata debe haber una persona que lo permite, es decir, dependiente emocionalmente. Detrás de ello co-existen muchos factores: la educación, valores, familia de origen y la relación con los padres, creencias, personalidad, mitos sobre el amor, relaciones anteriores, etc. Es precisamente en todas estas variables donde debemos explorar dónde está la mecha que empezó a prender.

Preguntar, compartir el sufrimiento y buscar ayuda es el primer paso para terminar definitivamente con la relación y poder volver a confiar para seguir adelante. El amor tiene límites y cada uno debe encontrar y reafirmarse en los suyos para tener relaciones sanas y felices.

“¿Alguna vez me quiso?” Se preguntaba.

Creo que la respuesta estaba clara: “¿Cómo te gusta que te quieran?”

 

 

 

 

Autora:

Júlia Beltrán

Psicóloga y Psicomotricista

Experta en Terapias Neurocientíficas

Colaboradora en OWL INSTITUTE. Institut Psicològic.