5 RASGOS DE QUE NO ESTÁS BIEN, AUNQUE NO ERES CONSCIENTE DE ELLOS

Principio de semana, te levantas de la cama y una sensación de cansancio se apodera de ti. Te cuesta vestirte, peinarte y hacer tus rutinas previas a ir a trabajar o a estudiar. Aunque te tomas tu taza de té, café, o bebida matutina, la pesadez sigue estando muy presente. Podríamos decir que estas sensaciones descritas son las que todos podemos sentir siendo un lunes por la mañana. Pero podemos ver algunos rasgos que nos indican de que una persona no está bien cuando hace algunas de estas acciones:

1.- La primera acción que nos puede delatar si alguien no está bien emocionalmente tiene que ver con cómo se relaciona con su espejo. Sí, parece algo banal, pero el espejo tiene una gran importancia en nuestras vidas. Es a través del reflejo donde podemos contemplar como una persona se relaciona consigo misma. ¿Te has fijado que hay personas que les cuesta sostenerse la mirada?. Hay otras que ni tan siquiera se atreven a decirse algo bonito o un comentario positivo sobre su físico o su ser. Y hasta otras que cuando se miran se juzgan y pronuncian comentarios despectivos. Estos son posibles indicadores de la autoestima de la persona.

 

2.- Cómo te relacionas con la gente de tu alrededor. Hay gente que tiene un “mal despertar”. O así es como se describen a ellas mismas. Yo conozco a personas que cuando se levantan no puedes dirigirles la palabra, ya que el hecho de que estén dormidas, puede hacer que se sientan más irritables. Pero, qué ocurre cuando, después de unas horas de estar despierta, esa persona aún sigue con una actitud defensiva e irascible. Aquí podemos tener una señal de que la persona no está del todo bien. Cuando estamos muy estresados a veces acabamos trasladando nuestro malestar hacia los demás. Es algo inconsciente en muchos casos.

 

3.- Una falta de higiene o de cuidado personal, puede ser una marca de que no nos encontramos con un buen estado anímico. Más allá de un concepto de educación o de mínimos sociales (de ducharse, arreglarse, perfumarse…), cuando es un comportamiento extraño en la persona (no apreciado en anterioridad), entonces podemos entrever que esa persona puede estar pasando por un episodio de tristeza. Si encontramos más elementos como una apatía, llantos, falta de interés o motivación por el ocio, alteraciones en el sueño y en la ingesta de alimentos, así como otros rasgos, podríamos sospechar de una posible depresión.

 

4.- Una obsesión con el teléfono móvil: aquellas personas que lo primero y lo último que hacen al levantarse y al acostarse es mirar fijamente la pantalla de su “Smart Phone”. Se dice que a nivel social este comportamiento empieza a ser más reconocido, que no es igual que aceptado (ya que puede verse como una falta de educación, si estás delante de otras personas, como amigos/as y familiares). Aunque, hay límites y fronteras, cuando estas son superadas, quizás nos podrían indicar una adicción en el sujeto. Si la persona siente que es una necesidad y que el hecho de deshacerse por unas horas de su aparato le puede generar ansiedad, entonces estamos frente a una posible problemática.

 

5.- Personas que rechazan todo contacto social. Más allá de que tengas una personalidad tímida, o una forma de ser más reservada. Hay personas que en algunos momentos o etapas pueden estar más recluidas. Son hombres o mujeres que pueden rechazar cualquier plan social. Es importante remarcar cuando es algo elegido o cuando es algo no controlable. Si hablamos de una fobia social, quizás nos refiramos más al segundo caso. Si es porque la persona sufre de tristeza, ansiedad, o por otras problemáticas, nos referiríamos más al primer caso. Lo importante es apreciar si son comportamientos extraños en la persona. Es decir, si nuestro amigo o amiga antes solía salir a cenar, a hacer deporte o a realizar otras actividades de ocio y ahora se encierra en casa sin mantener casi ningún contacto, quizás estemos delante de un posible rasgo de problemas o de cambios en su forma de ser.

 

Si te identificas con algunos de estos elementos o conoces a personas que los están padeciendo, no te preocupes, ocúpate. Hay momentos en los que los amigos y amiga, y/o familiares pueden ayudar, pero también es cierto, que en otros casos es mejor contar con profesionales de la psicología y del mundo terapéutico. ¡No esperes, actúa!

 

 

 

Oriol Lugo

Psicólogo & Coach

Co-director del OWL INSTITUT. INSTITU PSICOLÒGIC

SUPERA EL MIEDO ESCÉNICO CON LAS TERAPIAS NEUROCIENTÍFICAS

A. es directivo de una multinacional, el cual sufre un gran bloqueo cuando se dispone a hablar delante de los demás directivos/as de la compañía. Cada lunes por la mañana se reúnen a las diez para exponer los objetivos de la semana y compartir las visiones de los distintos departamentos. En el momento que A. tiene que exponer los datos de su área, empieza a sudar, las piernas le tiemblan y su voz se vuelve débil y frágil. Consigue articular parte de su discurso, no sin antes hacer algún que otro sorbo de agua mientras le tiembla la mano.

Lleva sufriendo de este miedo desde que tiene memoria. Ya en el colegio no le gustaba salir a la pizarra a hablar delante de su clase. Y en la universidad lo pasó muy mal en las exposiciones grupales. En el trabajo todo iba bien hasta que su coordinador se jubiló y le promocionaron para el cargo. Ahora tiene pendiente una gran conferencia donde se van a reunir también clientes y proveedores. Sólo el pensar en este evento le genera nauseas, mareos y fuertes migrañas.

Lo que le ocurría a A. es lo que se denomina una “somatización”, es decir, la tensión mental o emocional que siente la persona la acaba manifestando a través de unos síntomas físicos o corporales. Es una manera que encuentra el cuerpo y la mente de poder liberarse de la tensión y de poder superar aquello que le preocupa o le genera tensión. El problema recae en el hecho de que estos síntomas son muy molestos y a veces pueden causar grandes dolores y complicaciones en la persona. Además, A. empezó a tener muchas pesadillas donde se veía en ridículo en medio de la sala de actos.

Cuando empezamos a trabajar con A. teníamos una agenda concreta, donde existía una fecha final. Esto podía generar más tensión, pero con las Terapias Neurocientíficas, pudimos establecer un calendario de visitas para así liberar al máximo y con rapidez todas las tensiones pasadas, presentes y futuras.

El primer paso: una vez hicimos la entrevista, usamos la técnica del FLOTAR HACIA ATRÁS, la cual nos permitió descubrir todo el MAPA de recuerdos traumáticos que se vinculaban con las situaciones de hablar en público. Entre algunas de estas escenas, aparecieron los recuerdos de la infancia, del colegio, de cuando tenía que exponer trabajos o momentos donde sufrió de la burla de compañeros o profesores. Luego en el presente, surgieron vivencias de problemas con trabajos y proyectos. Y finalmente, aplicamos la técnica del FLOTAR HACIA DELANTE, que consiste en buscar más escenas del presente y del futuro (los famosos “y si”, como, por ejemplo: “y si todo va mal”, “y si es un fracaso”, …).

Una vez recopilamos todos los recuerdos de experiencias traumáticas, nos pusimos a liberar escena por escena. Entonces, fuimos primero al pasado y empezamos por los recuerdos de la infancia. Cuando accedíamos al recuerdo podíamos registrar las sensaciones físicas, las emociones y el grado de perturbación, para posteriormente aplicar las técnicas de reprocesamiento como el tapping, los sets o movimientos oculares rápidos y la música de estimulación bilateral, entre otras metodologías.

El resultado fue que A. se sintió muy liberado. En sus propias palabras, era como si todo aquello que me había causado tanto dolor y tanto miedo ahora quedaba como una película en blanco y negro. Lo que hicimos en sesión no fue borrar los recuerdos, sino liberar sus emociones y reinterpretarlos, desde una posición de calma, recursos y superación.

Llegó el día de la presentación y A. estaba nervioso, pero no entró en pánico. Sintió unos nervios adaptativos o preparatorios, y luego a los cinco minutos de empezar la conferencia se calmó. Cuando terminó, recibió una gran ovación de todo el público, pudiendo sentirse aliviado y descansado.

A. explica que no le gusta hablar en público y que las terapias no han hecho que se vuelva un apasionado de la oratoria. Para él su objetivo era poder cumplir con este día y que no sufriera en las próximas conferencias o exposiciones.

El cambio fue total y A. pudo tomarse las reuniones de los lunes de otra manera. Ahora sigue en la misma empresa, pero ya no tiembla ni sufre de tensiones cada vez que le proponen de dar una charla en público o de acudir a presentar resultados en alguna junta.

La capacidad de liberarse de los miedos se encuentra en la NEUROPLASTICIDAD de nuestro cerebro, que es la habilidad que todos/as tenemos de hacer adaptaciones en nuestro cerebro y en sus conexiones neuronales. El cambio está dentro de nosotros/as.

 

¿Te atreves?

 

SUPERA EL MIEDO A VOLAR Y A LAS ALTURAS CON LAS TERAPIAS NEUROCIENTÍFICAS

Hollywood, des de bien pequeños/as, nos ha hecho soñar, pero también sufrir de pesadillas, como son: el temor al mar, a los tiburones, a las alturas, a los ladrones, a los fantasmas y demás monstruos y criaturas, padecer de pánico a volar, subir a un ascensor y a toda clase de accidentes… ¿Puedes pensar en algún título de cartelera que refleje alguno de estos elementos?

Todos/as hemos visto, ya sea en el cine o en casa, algunas de las películas más emblemáticas del siglo XX, que aparentemente parecían inofensivas, pero que dejaron una huella en nuestro inconsciente. Además, antiguamente la edad recomendada para visionar una película no se controlaba tanto como ahora hacemos con los niños.

Este era el caso de L. (nombre preservado), una mujer ya jubilada que en su nueva etapa vital estaba cumpliendo su gran sueño: viajar por todo el mundo.

Cada vez que se embarcaba en un avión su cuerpo reaccionaba como si estuviera en medio de una de esas películas de miedo o de suspense. Lo que la mente imagina es capaz de trasladarlo al cuerpo, de tal manera que, lo que parece ficticio, se convierte en real (efectos psicosomáticos). Es como cuando uno piensa que va a ponerse nervioso/a delante de un suceso molesto o desagradable y, a continuación, el cuerpo empieza a responder con sudores, temblores, dolores de cabeza y de barriga…. Quizás no es el suceso en sí, sino lo que pensamos y lo que representa ese acontecimiento para nosotros/as. Acto seguido el cuerpo responde a lo que la mente ha ido generando.

L. sufría de mareos, sudores y temblores cada vez que se montaba en un avión y también en lugares con cierta altitud. Había estado viajando por Europa, pero en algunos de estos viajes estuvo con mareos y vómitos. Sobre todo, cuando el avión donde viajaba tenía turbulencias, o si se asomaba en las barandas de edificios de más de diez pisos. Cuando estuvo en la Torre Eiffel o en Notre Dame, no pudo subir hasta el mirador, y minutos más tardes sufrió de intensos desvanecimientos.

Cuando empezamos con las Terapias Neurocientíficas (junio), L. tenía programado un viaje a Asia, para dentro de dos meses (agosto). Esto nos llevó a trabajar de una manera más intensiva (6 sesiones semanales seguidas). En la primera sesión, descubrimos los síntomas de sus miedos, a través de los recuerdos más recientes (mareos) en el vuelo destino a Suiza y al hacer luego unas rutas de montaña (temblores y desmayos por los temores a las alturas). Esas sensaciones físicas, nos sirvieron como elementos para poder hallar más experiencias del pasado. Aparecieron recuerdos de otros viajes, hasta llegar a las escenas más antiguas con algunas escenas de vértigos al asomarse al balcón del piso de sus abuelos (con cuatro años). Una vez registradas las escenas del pasado y las del presente, nos pusimos a registrar las escenas del futuro. Estas escenas no existen, pero son informaciones que la mente anticipa que podrían llegar a ocurrir. Si estas escenas del futuro no se liberan luego podrían seguir causando malestar en la persona.

Con el MAPA (registro de todas las escenas), nos pusimos a trabajar con la música de estimulación bilateral, el tapping y los movimientos oculares rápidos, para así liberar las sensaciones físicas, las emociones de miedo y de ansiedad y los pensamientos perturbadores de todas las escenas.

El resultado fue sorprendente para L. Se sintió, según sus propias palabras “muy descansada, al poder contemplar tanto su pasado como su futuro con tranquilidad”. No borramos los recuerdos, sino que desensibilizamos los niveles de estrés. También llegamos a reprocesar todos los contenidos perturbadores, para así dejar paso a la aparición de recursos y de otros recuerdos más positivos.

El proceso fue intensivo ya que la L. necesitaba hacer cambios y mejoras respecto a sus miedos en un breve periodo de tiempo. Unos meses más tarde recibimos algunas instantáneas de L. posando en un lugar que parecía un templo encima de una gran ladera. Por estas imágenes comprendemos que la terapia tuvo un efecto muy positivo.

Al igual que podemos aprender un miedo, también podemos reaprender a sentirnos seguros/as delante de cualquier situación o lugar. Nuestro cerebro tiene una gran plasticidad, lo que nos permite hacer cambios independientemente de la edad que tengamos o de la duración de nuestros síntomas.

¡Tú puedes hacer todos los cambios que te propongas!

 

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