La noche de este pasado sábado, como ya es habitual el último fin de semana de cada mes de marzo y octubre, volvimos a cambiar nuestros relojes. O no, pues algunos pasan días (en el mejor de los casos) hasta que nos decidimos -o conseguimos- ajustar todos los de casa al nuevo horario. Por suerte, cada vez lo tenemos más fácil gracias a la tecnología, que pone de su parte automáticamente. Aunque no es el mayor de los problemas ante los que nos podemos encontrar debido al cambio horario.

En marzo, con la llegada de la primavera y el buen tiempo, los días cada vez se hacen más largos. Además, la hora que le ganamos al día en adelantar las manillas favorece aún más a estirar los días. De esa manera es fácil acostumbrarse a lo que se avecina: más tiempo de actividades de ocio al aire libre, contacto con seres queridos, etc.

Sin embargo, en ocasiones octubre se puede hacer más complicada la adaptación al cambio ya que se acortan los días a la par que viene el frío, con lo cual el clima favorece menos las actividades afuera y la pérdida de contacto con nuestro entorno social influye directamente con nuestro estado anímico.

Irritabilidad, cansancio, variaciones en el sueño o trastornos digestivos son solo algunas de las alteraciones más frecuentes que podemos experimentar estos primeros días de cambio. Te contamos brevemente cómo afrontarlo para que te puedas aclimatar cuanto antes al tiempo que llega:

  • Acepta lo que llega: como por naturaleza, las personas somos seres inconformistas. Cuando hace frío queremos calor y viceversa. Vivimos constantemente pensando en el mañana y en lo que está por llegar, sin mirar al aquí y ahora. ¡Intenta disfrutar del camino!
  • Entiéndete, la queja no suma: imaginemos un mundo idílico donde todos pasáramos los días sonriendo, felices y contentos. Ahora volvamos a la realidad y dejemos las utopías a un lado; es imposible no tener días malos, de hecho cuando pasamos por esos ratos de más bajo ánimo es lo que nos ayuda a valorar los buenos momentos.
  • Permítete de todo un poco: el sueño o el hambre, como necesidades básicas que son, precisamos tenerlas cubiertas. No obstante, una dieta con menos calorías de lo normal no te va a hacer enfermar. Asimismo, si por el contrario te da por comer de más tampoco debe ser algo que te preocupe. En el caso de que alguna de estas situaciones se alarguen en el tiempo, ponte en contacto con un profesional.
  • Aprende a descansar de forma diferente: una noche de menor descanso puede repercutir en tu estado de ánimo, así como aumentar el nivel de cansancio en el que te encuentres. Para ello es importante intentar ir pronto a dormir, intentando no utilizar aparatos electrónicos en las últimas 2 horas como el teléfono móvil, la Tablet u ordenadores. Por el contrario, un buen libro puede ser tu mejor compañía en la mesita de noche.

Aquí tienes algunos de los consejos que podemos ofrecerte. En caso de no ser suficientes, siempre se puede buscar ayuda profesional que te enseñará técnicas de relajación para poder pasar mejor estos días de transición. ¡Aunque con paciencia, estamos seguros de que lo conseguirás!