Termina el verano, las vacaciones y esos días largos de luz y de sol que dan paso a la nueva estación. Un otoño dónde los días empiezan a hacerse más cortos, las temperaturas bajan y el ambiente pasa a ser más gris y frío.
Más allá de la situación circunstancial en la que se encuentre cada uno, la llegada de la primera estación fría conlleva cambios emocionales para muchas persones. Dichos cambios son asociados con emociones negativas, de tristeza o melancolía. Es lo que se conoce normalmente como “astenia otoñal” o “depresión otoñal”.
Pero, ¿cómo es posible que pueda afectarnos de tal manera un cambio de tiempo o estación?
Estos fluctuaciones emocionales que experimenta la persona son debidos a una reacción de nuestro organismo en respuesta a los cambios medioambientales (temperatura, luz, etc.) que altera los biorritmos de nuestro cuerpo, en especial el ciclo de vigilia-sueño.
A nivel biológico, nuestro cuerpo segrega una serie de hormonas que cumplen distintas funciones. Entre esas hormonas encontramos la melatonina, que se encarga de regular el sueño y la temperatura corporal. Pero la producción que hace nuestro cuerpo de esa hormona disminuye o se incrementa en función de la luz solar, tal que cuando reducimos la luz solar, la producción de esta hormona aumenta.
Esto no hace más que provocar que el circuito o sistema de hormonas se desajuste, ya que este aumento de melatonina afecta a su vez a la producción de la famosa “hormona de la felicidad”, la serotonina.
El resultado de este reajuste hormonal termina en un mayor cansancio, apatía, somnolencia y tristeza. A partir de aquí entramos en una pequeña espiral negativa en la que se suma la rutina laboral (menos contacto con amigos, familia y menos tiempo de ocio) y la llegada de frío y lluvia (más motivos para quedarnos en casa). Estos distintos factores son los que facilitan la depresión otoñal.
¿Este fenómeno afecta a todos/as por igual?
No. Según estudios de la Universidad de Georgetown en Washington, este suceso interfiere de forma más frecuente en las mujeres en edad más fértil, comprendidas entre los 20 y 29 años, aproximadamente. El motivo principal es debido a que el desajuste hormonal en este colectivo puede ser mayor que en el resto de la población, en especial a aquellas personas que puedan tener cierta vulnerabilidad, ya sea por su historia personal como por sus antecedentes familiares.
¿Cómo evitamos caer en esta depresión?
Frente a esta situación, las principales recomendaciones son:
– Exponerse al sol un mínimo de 10 minutos diarios, si es posible a primera hora de la mañana.
– Mantenerse activo realizando algún tipo de ejercicio físico. Nadar, correr, ir al gimnasio o simplemente caminar o subir y bajar escaleras.
– Dormir y descansar adaptándonos a las horas de luz solar.
– Aumentar la ingesta de frutas y verduras siguiendo una dieta equilibrada.
– Invertir tiempo en actividades agradables y de ocio con amigos y familia y adaptadas a la nueva estación.
Víctor Carretero
Psicólogo y Psicoterapeuta
Experto en Terapias Neurocientíficas
Colaborador en OWL INSTITUTE. Institut Psicològic