Todos/as hemos perdido a un ser querido o en algún momento pasaremos por esta experiencia. Es ley de vida pero, ¿sabemos qué implica un duelo? ¿Cómo podemos superarlo? ¿Cómo afecta a nuestro cerebro?
El duelo es una reacción normal de nuestro organismo para poder procesar una pérdida. Supone un proceso que quiere transitar por una serie de emociones, que pueden ser categorizadas como negativas y así poder llegar a adaptarse a la nueva situación.
Las fases del duelo según la psiquiatra Kubler Ross son:
- Negación.
- Ira
- Negociación.
- Depresión.
- Aceptación.
Según el DSM – V (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), el trastorno de duelo complejo o complicado persistente se diagnostica sólo si después de 12 meses desde la muerte de alguien con quien el doliente tenía una relación cercan se detectan toda una serie de elementos que denotan que el duelo no se ha resuelto.
Se estima que la prevalencia del duelo complejo es de 2,4-4,8 %. El duelo complicado o complejo es más frecuente en las mujeres.
Desde la muerte, al menos uno de los siguientes síntomas está presente en la mayor parte de los días y persiste durante 12 meses en el caso de los adultos en duelo y 6 meses para niños en duelo:
- Anhelo/añoranza persistente del fallecido. En niños pequeños , la añoranza puede manifestarse mediante el juego y la conducta,, incluyendo comportamientos que reflejan la separación y también el reencuentro con un cuidador u otra figura de apego.
- Pena y malestar emocional que sea intenso en respuesta a la muerte.
- Preocupación en relación a la persona que ha fallecido.
- Preocupación acerca de los acontecimientos de la muerte.
En los niños, esta preocupación con el fallecido puede expresarse a través de los contenidos del juego y del comportamiento, y puede extenderse a una preocupación por la posible muerte de otras personas cercanas.
Otros elementos a tener en cuenta pueden ser:
- Malestar reactivo a la pérdida.
- Alteraciones sociales.
- Alteraciones en la identidad.
También hay que considerar: la relación con la persona, la edad, el vínculo, el nivel de madurez, las circunstancias de la situación, si la muerte fue súbita o traumática.
En el proceso de duelo puede ayudar el poder despedirse de la persona, el visualizar el cuerpo en el tanatorio/funeral, conocer las circunstancias, el poder expresar las emociones, el iniciar un acompañamiento psicoterapéutico, generar una red de apoyo, poder reducir demandas o delegar necesidades, normalizar emociones y conductas propias del duelo, poder hablar del fallecido y de los recuerdos con normalidad.
Algunas personas pueden desarrollar sentimientos de tristeza y síntomas patológicos como parte de la reacción al duelo.. En las personas que atraviesan un duelo complicado, los síntomas persisten o, con el tiempo, incluso pueden llegar a empeorar (como si estuvieran en un estado constante de duelo).
La duración y expresión del duelo normal varía mucho de una persona a otra y puede durar de dos meses a dos años. Sin embargo, hay que estar atento por si se muestran ciertos síntomas que puedan indicarnos que no estamos ante una reacción de duelo sano.
Algunos indicadores son:
- Tener sentimientos prolongados o reiterados e intensos de culpa por cosas que hemos hecho o dejado de hacer, con o por la persona querida.
- Pensamientos recurrentes de que es el doliente el que debería haber muerto en vez de la persona querida (sustitución con la persona fallecida).
- Preocupación obsesiva acerca de no ser capaz de rehacer la vida, acompañada de un sentimiento de inutilidad (dificultad en la adaptación a la nueva normalidad).
- Enlentecimiento psicomotor acusado.
- Deterioro funcional acusado y prolongado, es decir, no poder desenvolverse de forma ágil en las actividades de la vida cotidiana.
- Experiencias alucinatorias distintas a las de escuchar la voz o ver la imagen fugaz de la persona fallecida, que estas sí pueden ser normales en un proceso de duelo.
- Aparición de mecanismos de defensa, como la negación de la muerte del ser querido o el desplazamiento de los afectos a otras cosas e incluso animales.
El estrés por la pérdida puede afectar a nuestro cerebro y se activa la respuesta de lucha o huida. Se pueden generar estados de confusión o de desorientación, que son respuestas disociativas al dolor emocional.
El duelo puede reforzar el cableado cerebral que bloquea al cerebro en una respuesta de estrés permanente, según la Dra. Lisa M.Shulman (profesora de neurología de la Universidad de Maryland). Para promover una reconexión saludable, las personas necesitan fortalecer las partes del cerebro que pueden regular esa respuesta. Eso puede implicar «toda una serie de prácticas creativas y contemplativas», desde la pintura hasta la meditación o las expresiones de fe. También puede ayudar el escribir un diario o hacer deporte.
Las áreas cerebrales que parecen estar implicadas en ambos son la amígdala, la corteza cingulada anterior y la corteza prefrontal medial. Cabe destacar que el núcleo accumbens, que forma parte del circuito de recompensa del cerebro, parece estar también implicado en el duelo complicado.También es importante destacar el núcleo accumbens, que forma parte del circuito de recompensa del cerebro, parece estar también implicado en el duelo complicado.
Si estás pasando por un duelo, es el momento de pedir ayuda.
Dr. Oriol Lugo
Psicólogo y Coach
Experto en Terapias Neurocientíficas
Co-director de OWL INSTITUT. Institut Psicològic