Existen muchas clases de duelos, ya sea por la muerte de una persona, por la ruptura de una relación, por la pérdida de un puesto de trabajo o por un estatus… El duelo es un mecanismo natural que todos/as podemos llegar a experimentar a lo largo de nuestras vidas. Es una respuesta básica de nuestro organismo para poder ayudarnos a sobrellevar mejor esa ausencia o cambio vital.
Podríamos afirmar que los duelos siguen unas fases bastante similares en la gran mayoría de las personas:
1. Negación
2. Ira
3. Negociación
4. Depresión
5. Aceptación
Estas etapas no son en la vida real tan lineales como parecen, ya que pueden en función de la persona y del contexto, ir cambiando de orden (uno puede retroceder y volver a una fase anterior; o saltar de fase). Tampoco su durabilidad e intensidad son estándares. Podemos encontrar personas que pueden pasar mucho tiempo en el estadio de la negociación, antes de empezar a dar pasos para transitar al siguiente estadio. O también hay perfiles de gente que pueden estar viviendo la tristeza de una forma muy intensa y quizás pasaron por la ira o la rabia de una manera más superficial.
Con estas explicaciones damos a entender que cada proceso de duelo es único al igual que cada persona. Así que es bueno dar un margen y un respeto a ese individuo antes de juzgarlo/a o de ponerle alguna etiqueta.
Otro tema de controversia lo encontramos con la durabilidad general del proceso de duelo. Según algunos autores como Bowlby, Parkes y Kübler-Ross, plantearon unas etapas que enmarcarían lo que se entiende por un duelo normal. La gran mayoría de indicadores adversos o negativos como la negación, el anhelo, la ira o la depresión, estarían presentes en sus niveles más elevados antes de los seis meses de la muerte. Por otro lado, la aceptación, en su nivel máximo de expresión ocurre a los 2 años. Este es el margen que se plantea para que una persona pueda realmente aceptar emocionalmente la muerte. A partir de este periodo podemos empezar a hablar de un duelo complicado, patológico y/o crónico. Estos tipos de duelos también pueden presentar sintomatología considerada como grave, como: el aislamiento social, el consumo excesivo de alcohol u otras sustancias, o la ideación autolítica…
Algunos elementos claves que pueden ayudar en la superación del duelo son:
1. Poder contar con una buena red de amigos/as y familiares. El contacto con personas cercanas que puedan acompañar y mostrar apoyo a la persona afectada puede facilitar la gestión emocional.
2. Mantener unas rutinas diarias. El hecho de poder tener unos horarios con una serie de obligaciones, permite que la persona pueda estar ocupada y a la vez, que no pierda algunas de las actividades que le permiten socializarse y sentirse activa.
3. Poder expresar las emociones y los sentimientos. Muchas veces, cuando hay un duelo la persona puede optar por encerrarse emocionalmente. Esta situación puede causar que el duelo vaya complicándose ya que no existe una buena gestión emocional. Es por esto que es importante que la persona pueda tener un diario o que pueda compartir sus sentimientos y pensamientos con las personas cercanas.
4. Contar con un apoyo profesional. Se recomienda que un/a psicoterapeuta pueda acompañar al individuo en este proceso, ya que es una manera de facilitar herramientas y un trabajo en la gestión emocional. Además, el profesional va a poder hacer un seguimiento de la evolución del duelo.
5. Ir reincorporando paulatinamente actividades de ocio. Muchas veces cuando se transita un duelo, la persona afectada suele abandonar actividades placenteras o vinculadas con el deporte. Se puede ir pactando su reincorporación ya que estas ayudan a que la persona pueda ir cambiando sus estados emocionales y así conectarse con más emociones de alegría, bienestar y tranquilidad.
6. Dar espacio, pero con seguimiento. También podemos encontrar en algunos casos, familias o entornos donde se presiona a la persona para que supere cuanto antes el duelo. En estos casos decimos que no hay un permiso para su superación. Es por esto que se recomienda que la persona pueda tener un margen, pero sin llegar al extremo de dejarla.
7. Romper con los tabús. Otra situación que puede ocurrir es aquella en la que se impone un pacto no escrito donde no se habla más de la pérdida. Es como si todas las partes relacionadas hubieran acordado de forma implícita de no volver a tocar ese tema por miedos o por el dolor que genera la pérdida. En este caso también puede ocurrir que el duelo acabe por enquistarse. Es importante poder dejar márgenes para hablar y expresar lo que cada persona necesite.
8. Acudir a asociaciones o grupos terapéuticos. El hecho de poder compartir la situación con otras personas que han pasado por una experiencia parecida puede ser un gran recurso terapéutico. Contar con personas que ya han superado un duelo puede ser una gran fuente de ánimos y de motivación.
9. Normalizar el lenguaje. Muchas veces podemos tratar de usar eufemismos o metáforas para poder contar o hablar sobre las pérdidas. Quizás este elemento lo vemos muy presente en los niños/as. Es importante que podamos hablar con claridad sobre la muerte y que no la neguemos. Cuanto antes expliquemos a los niños/as la naturaleza de la muerte, mejor van a comprenderla y a asimilarla.
10. Usar tratamiento farmacológico. En los casos donde la persona muestra una sintomatología muy intensa, o si la propia persona lo prefiere, siempre puede contar con un apoyo en los psicofármacos. Hay que tener en cuenta que estas medicaciones son un buen soporte, pero nunca han de sustituir un correcto tratamiento psicológico o emocional.
Todos pasaremos a lo largo de la vida por un duelo, lo importante es entender la naturaleza y la normalidad de la pérdida. Es por esta razón que la muerte o la pérdida es un elemento que nos puede también enseñar la importancia de cuidar y valorar más aquello que tenemos en nuestro día a día.
Dr. Oriol Lugo
Psicólogo y Coach
Experto en Terapias Neurocientíficas
Co-director de OWL INSTITUTE. Institut Psicològic