Hoy en día vivimos en una era donde los cambios son rápidos e impredecibles. Y estos nos afectan en todas las facetas de nuestras vidas. ¿Pero qué cambios encontramos en nuestros entornos familiares? ¿Cómo son las relaciones que mantenemos en nuestras familias? ¿Cómo nos están influyendo las últimas tecnologías, tanto en los adultos como en los niños?

Todas estas preguntas van a ser respondidas pudiendo presentar una fotografía sobre la situación actual en la que nos encontramos.

En primer lugar, es importante compartir la idea de que los roles familiares han cambiado al igual que los tipos de familias presentes en la actualidad. Existen un gran número de tipos de familias, desde: las familias tradicionales, a las monoparentales, las familias formados por parejas del mismo sexo, las familias con niños/as adoptivos, familias reconstituidas…

También ha cambiado la forma de educar de los padres y madres. Hemos pasado de un formato o un modelo educativo autoritario y restrictivo, donde el castigo, el insulto o la violencia física estaban muy presentes, a un modelo educativo más laissez faire, donde los adultos ponen pocos o nulos límites a sus hijos. Como si se tratara de un péndulo hemos pasado de un formato extremo a otro formato totalmente opuesto. Y aún nos falta un punto de equilibrio donde podamos poner reglas y límites, pero sin caer en la violencia.

Esta forma de educar sin normas o con las mínimas reglas ha generado también que muchos niños/as presenten lo que se denomina el síndrome del emperador/a, donde el infante o adolescente es el rey o el centro de la estructura familiar. Y sus padres u otros familiares se muestran sumisos a sus órdenes.

También la falta de tiempo por parte de los padres a la crianza y a la educación de sus hijos a generado que haya un efecto de compensación o de compra material de los niños/as. Son los padres que se sienten culpables por llegar cada día tarde a casa después del trabajo, y suplen la falta de horas de calidad con sus hijos, por regalos o con una falta de límites, ya que les da miedo el perder la conexión o la vinculación con ellos.

Y luego también debemos tener en cuenta el avance tecnológico y lo que en algunos casos está suponiendo: el abuso de las pantallas. Cada vez nos estamos mostrando más dependientes de nuestros móviles, portátiles o tablets, y esto está generando una gran pérdida de tiempo en otras áreas o facetas de nuestras vidas, así como otras problemáticas. En lugar de dedicar el poco tiempo que tenemos a reforzar unos vínculos familiares, los minimizamos o directamente los sustituimos.

No son poco habituales las familias que comen o cenan con el móvil o algún aparato en la mesa. Esto está generando una desconexión emocional, ya que, aunque se comparte el mismo espacio físico, mentalmente los miembros de la familia están desconectados.

Es por esta razón que se hace necesario un buen trabajo emocional. Muchos adultos comparten que, en sus épocas de infancia, no tuvieron una buena educación emocional. Entendemos por educación emocional como la enseñanza del reconocimiento de las emociones, de la conexión con los propios sentimientos, el trabajo con la capacidad de compartir las emociones, de gestionar los sentimientos de los demás, las capacidades de relacionarse… Entonces podemos hallar niños/as que en los colegios empiezan a hacer un trabajo al respecto, pero los padres muchas veces reconocen estar perdidos.

Cada vez se va a volver más importante el trabajo psicoeducativo para que los padres puedan conocer más acerca de sus propias emociones y esto a la vez les ayude a comprender y a relacionarse mejor con sus hijos/as.

Aun así, tenemos ciertos retos a poder superar. En primer lugar están aumentando los casos de adicción a las pantallas, ya que los estímulos que generan las redes sociales u otras aplicaciones hacen que las personas tiendan a buscar cada vez un mayor uso. Esto se debe a la gran cantidad de dopamina que generan todas las señales presentes en los programas o en las plataformas de las redes sociales. Cuando recibimos una notificación sea del tipo que sea, nuestro cerebro genera una dosis de dopamina (hormona vinculada a la satisfacción y al placer). Esto hace que cada vez necesitemos más dosis para poder mantener los mismos niveles de placer. Es por esto que la recompensa de interactuar virtualmente está sustituyendo a las interacciones físicas o presenciales.

Planteamos algunas pautas para poder gestionar mejor la convivencia en el hogar y así también favorecer la conexión y la vinculación emocional:

1.- Limitar el uso de las pantallas.

2.- Crear espacios libres de pantallas.

3.- Proponer actividades o espacios especiales para disfrutar con la familia.

4.- Disponer de una caja o cajón donde se puedan guardar todas las pantallas de la casa mientras se realizan actividades familiares.

5.- Realizar actividades de ocio de forma individual cada padre/madre con un hijo/a por separado.

6.- Hacer reuniones familiares para poder hacer propuestas o debatir temas de interés familiar (vacaciones, salidas, proyectos…).

7.- Empezar a usar un lenguaje restrictivo con los términos despectivos. Se puede implantar una hucha de palabras a evitar.

8.- Realizar un calendario conjunto familiar para mantener planes conjuntos.

9.- Establecer un estímulo sonoro como una campanilla para cuando se alce el tono de voz.

10.- Dejar espacios para comunicarse y poder hablar en un nivel más profundo (por ejemplo en los trayectos donde se acompañan a los hijos al cole/ o a realizar actividades extraescolares: escoger ir a pie o si vais en coche, quitar la radio u otros estímulos).

11.- Plantear listas de elementos positivos que os gustan de cada familiar (trabajar así la autoestima familiar).

12.- Hacer un listado de refuerzos o límites sobre las conductas en la casa (colgar la lista en la nevera).

Estas son algunas pautas que pueden ser útiles para poder mejorar la esfera emocional de los miembros de la familia. Aun así, no consiste en practicarlos una única vez, sino que se establezca una constancia y un mantenimiento.

Todos podemos mejorar nuestra relación con nosotros/as mismos/as y con las personas que tenemos en nuestro entorno.

 

 

 

 

 

Dr. Oriol Lugo

Psicólogo y Coach

Experto en Terapias Neurocientíficas

Co-director de OWL INSTITUTE. Institut Psicològic