Antes de que te quedes sorprendido/a por la cuestión y decidas pasar de página, sigue leyendo, porque la pregunta va más allá de lo que la sociedad nos ha enseñado. Cuando hablamos de inteligencia abrimos un tema de debate muy extenso. No es nueva la concepción de aquello que entendemos por inteligencia, a pesar de que en este artículo no nos centraremos en este aspecto clásico. ¡Ahora nos referimos a la inteligencia emocional!

Todo empieza con la idea de Howard Gardner de proponer que la inteligencia humana podía estar dividida en distintos tipos o modalidades. Habitualmente hemos asociado que un niño o niña era inteligente a si respondía bien a las competencias vinculadas al lenguaje, al cálculo o a la lógica… Pero, ¿qué pasa con el resto de capacidades como las que necesitamos para el baile, la música o la orientación, por ejemplo?. Y que sucede con aquella que tiene que ver con como reconocimiento y gestionamos nuestras emociones, y las emociones de los otros?

Seligman y Goleman llegaron a la conclusión de que la inteligencia emocional era un elemento muy importante a considerar en las personas y, en especial, en los niños.

Pero, ¿qué entendemos por Inteligencia Emocional? Es un concepto formado, a la vez, por dos inteligencias; la inteligencia intrapersonal (como nos conocemos y gestionamos a nosotros mismos/as) y la inteligencia interpersonal (como nos relacionamos con los demás). La suma de ambas daría como resultado la inteligencia emocional.

Entonces, ¿cuáles son las competencias que podemos encontrar dentro de la Inteligencia Emocional? Podríamos hablar de cinco competencias básicas, que son:

Auto-conocimiento: ¿tienen conciencia de sus emociones? ¿Saben ponerles nombre y expresarlas?

Auto-regulación: ¿saben como calmarse o como gestionar su frustración?

Auto-motivación: ¿son capaces de buscar refuerzos o de plantearse retos para motivarse?

Empatía: ¿pueden ponerse en el lugar de los demás y comprender sus emociones?

Habilitados sociales: ¿tienen facilidad para hacer amistades y gestionar los conflictos con los otros?

Estas preguntas no son ninguna test ni mucho menos, simplemente nos permiten reflexionar y comprender mejor sobre las competencias emocionales de nuestros niños. También son preguntas que nos podríamos hacer a nosotros mismos/as como adultos.

Lo importante es tener muy presente que la Inteligencia Emocional se puede trabajar y que, igual que un músculo, la podemos entrenar y desarrollar. Nunca es tarde para convertirnos en personas más inteligentes a nivel emocional.

Por último, es importante tener presente que vivimos en un mundo donde realmente la Inteligencia Emocional marcará la diferencia entre aquellas personas que estarán satisfechas y podrán disfrutar más de sus vidas, puesto que todos/as vivimos en comunidad y convivir entre nosotros es una necesidad.

 

 

 

 

Oriol Lugo

Co-director de OWL INSTITUTE. Institut Psicològic

Psicólogo y Coach

Experto en Terapias Neurocientíficas