Actualmente, hemos cambiado mucho la forma de relacionarnos con los demás. Gracias a las nuevas tecnologías y la creación de diferentes redes sociales tenemos la posibilidad de interactuar con cualquier persona, sin importar la distancia.
Instagram, Facebook, Twitter… Distintas aplicaciones en las que compartir contenido de diferentes temáticas. Podemos leer noticias, estudiar o aprender de distintos profesionales, enterarnos de cotilleos, conocer cómo viven personas famosas… Cualquier persona puede compartir todo aquello que desee.
Eso está muy bien, ya que nos ha facilitado mucho la conexión con personas que de otra forma sería imposible tener. Después de la pandemia, las nuevas tecnologías han demostrado sernos de mucha utilidad. Teletrabajo, videollamadas, mensajes de Whatsapp, acceso a contenido visual y de entretenimiento y nuevas formas de llegar a la sociedad. Se crearon iniciativas como el aplauso a los sanitarios, recetas e ideas para entretener a los más pequeños de casa.
Ahora bien, hay una cara B. Muchas personas utilizan este tipo de herramientas que nos permiten mantenernos en un segundo plano, para expresar su odio. Todos sabemos de algún caso, hemos leído algún comentario… que lejos de ser constructivo hace daño.
Esto merece una reflexión. ¿Qué uso estamos haciendo de las redes sociales? El estar detrás de la pantalla nos otorga a veces una falsa posición de superioridad en distintos temas, creemos que podemos opinar de todo y de cualquier forma y que la persona que lo recibe, al estar expuesta, debe poder gestionarlo todo y si expone su malestar se le contesta con “si no aceptas las críticas, no publiques”. No, así no. No todo vale.
Detrás de cada pantalla, de cada contenido, hay una persona invirtiendo su tiempo y deseando que eso que comparte sea de interés para ti. Es libre de hacerlo. Y los demás somos libres de elegir, no tenemos que fingir que nos gusta todo, pero es tan sencillo hacer “follow” como “unfollow”.
No solo hablo de personajes públicos, esto también llega a adolescentes y adultos que reciben a diario comentarios desagradables al compartir una publicación.
Si alguna vez te has planteado escribir un comentario dañino o lo has hecho. ¿Te has parado a analizar lo que hay detrás? Las emociones, en este caso el odio, la envidia… nos dan información muy importante, conviene prestarles atención y conocer qué han venido a decir.
Me gustaría con esto, generar una reflexión y poder cambiar poco a poco esos comentarios por otros más vinculados con la admiración, con la construcción. Démonos ideas, contribuyamos a mejorar el trabajo de otros. Creemos una bonita comunidad. Y si algo no te gusta y no te apetece aportar, ya sabes, “unfollow”.
Alba Lavandero
Psicóloga General Sanitaria
Miembro de Owl Institute. Institut Psicològic