En una ocasión un joven se acercó a un sabio y le preguntó cuál era a su juicio la fórmula de la felicidad. El sabio le respondió: «No discutir con nadie». El joven se le quedó mirando y después le contestó: «No creo que ésta sea la fórmula de la felicidad». El sabio con una sonrisa le dijo: «Tienes toda la razón».
¿Cuántas veces has terminado discutiendo con amigos/as y familiares por tener la razón?
¿Y qué resultado obtuviste?
Probablemente, si no le llegaste a convencer a la otra parte, debiste sentirte frustrado/a. Y en caso de que sí llegarás a hacerle cambiar de opinión, si no fue algo natural y fluido, posiblemente la otra parte debió de sentirse resentida.
La gran mayoría de discusiones son más una lucha «de egos» que un diálogo fácil y auténtico. Es por este motivo que si tú tienes claro lo que es relevante para ti, qué más da lo que opine, piense o crea la otra parte. Cada persona es responsable de sí misma. Por mucho que queramos que los demás cambien, si ellos/as no están preparados o no lo desean, será de lo más complicado.
Por ejemplo, cuando alguien viene a la fuerza a visitar a cualquier profesional de la salud los resultados son poco provechosos. No porque el profesional no haga bien su trabajo, sino porque el paciente o cliente no está con las ganas de que se produzca un cambio.
Todas estas ideas que son tan evidentes, cuando estamos en nuestro día a día, se nos hace difícil llevar a la práctica porque nos aferramos a nuestro «ego». Es decir, nos enganchamos a la imagen, a la careta del personaje que hemos creado. Y es por este motivo que batallamos con todas nuestras fuerzas para tener la razón, ya que nos da miedo que los demás no nos quieran. Puede parecer ridículo, pero porque si no nos obsesionamos con que los demás piensen igual que nosotros. No sería más fácil que cada uno pensara lo que quisiera. Podemos dar nuestra opinión, pero en el momento en que entramos en una «guerra» con la otra parte estamos rechazando muchas cosas:
- Equilibrio emocional
- Serenidad
- Paz
- Felicidad
Así que la próxima vez que quieras discutir con un amigo/a, compañero/a, familiar sobre cuál es el mejor equipo de fútbol, grupo de música o plato culinario…, recuerda:
¿Vale la pena? Seguramente no.
Yo elijo ser feliz.
Dr. Oriol Lugo
Psicólogo y Coach
Experto en Terapias Neurocientíficas
Co-director de Owl Institute. Institut Psicològic