Todos conocemos el término «personas tóxicas», pero ¿y si en realidad no existieran ese tipo de personas?
Hace un tiempo me hice esta pregunta y llegué a una gran conclusión. Las personas tóxicas no existen, en realidad existen las relaciones tóxicas.
Permíteme que te lo explique con una metáfora química. El oxígeno es un gas que todos respiramos a diario para poder mantenernos vivos. En sí, no es tóxico, excepto en cantidades muy elevadas. Pero, ¿qué sucede cuando este oxígeno se encuentra con una llama? El resultado es una combustión.
Esto es lo mismo en el caso de las personas. Siempre hay un contexto, que es el marco en el que se establece esa relación. Una persona puede ser considerada como «tóxica», pero quizás en otro contexto o situación podríamos considerar que no lo es.
El hecho de desterrar el término «personas tóxicas» y empezar a hablar de «relaciones tóxicas» nos permite ir más allá y ampliar nuestra mirada. Ya no ponemos toda la culpa o responsabilidad en un único individuo, sino en el conjunto global que es la relación.
También, cuando hablamos de personas tóxicas, estamos usando etiquetas que facilitan un juicio gratuito sin detenernos a pensar en la complejidad que hay detrás de ese individuo o de esa relación. Porque la gran mayoría de las mal llamadas «personas tóxicas» suelen ser gente que acumula heridas del tipo emocional.
Muchas de estas heridas y necesidades no cubiertas provienen de la infancia, y como adultos generan patrones que no facilitan que el individuo pueda pasar página. Estos elementos hacen que cuando esta persona se encuentra con otra que también arrastra su propia mochila emocional, entonces es cuando se genera una reacción química que puede ser explosiva. De ahí el surgimiento de las relaciones tóxicas. Por lo tanto, antes de juzgar a los demás, primero explorar qué puede haber en esa persona y también qué es lo que tú tienes en tu interior.
No se trata de justificar los comportamientos nocivos o las conductas que generan violencia o dolor, sino de ir más allá y entender que si queremos sentirnos en paz, debemos hacer primero un trabajo interior para luego establecer los límites correspondientes. Solo así superaremos el tópico de «las personas tóxicas» o la rápida respuesta de: «son los demás los que tienen que cambiar, no yo».
Dr. Oriol Lugo
Psicólogo y Coach
Experto en Terapias Neurocientíficas
Co-director de OWL INSTITUT. Institut Psicològic