Muchas veces no nos damos cuenta del gran privilegio que tenemos de vivir cerca del mar. No sólo por su belleza, sino porque los últimos descubrimientos en Neurociencias nos hablan de una larga lista de beneficios.

En primer lugar, el sonido de las olas al romper contra la costa es un tipo de estímulo que, generalmente, nos relaja y lo asociamos a las emociones de calma y de tranquilidad. El hecho de estar más calmado/da, nos permite combatir el estrés y las tensiones. Cuando mejoramos nuestro estado de ánimo también podemos favorecer nuestra creatividad. Las ideas fluyen cuando estamos en estos entornos.

Es por esta razón que si tenemos un mal día o nos sentimos aplastados, es muy recomendable hacer un paseo al lado del mar. No es necesario bañarse, ni tampoco llegar a tocar el agua. Simplemente permite que tu vista se pueda perder en la inmensidad del mar y sigue el ritmo de las olas. Este ejercicio ayuda a que la mente pueda cambiar su punto de atención. En lugar de enfocarte en tus problemas o en tus preocupaciones, cuando diriges tu mirada al mar, estás haciendo un acto de conciencia en el presente.

La práctica del mindfulness o de la atención plena, consiste en tener un mayor grado de conciencia sobre el momento actual. Cuando permites que tus ojos se centren en el movimiento repetitivo de las olas, haces que todos tus sentidos se concentren en el ahora y del aquí.

Además, si lo deseas, puedes cerrar los ojos y dejar que tu mente fluya con el sonido del movimiento del agua. Este nos facilita el hecho de concentrarnos en otros recuerdos, quizás en momentos donde has podido disfrutar de sus aguas o de una buena compañía. Esto nos ayuda a dejar atrás problemas y conflictos.

Otro elemento clave es el olor de la sal. A través del olfato podemos rememorar recuerdos y momentos de una manera inmediata. Nuestro sistema olfativo está estrechamente conectado con nuestro sistema de regulación emocional. Es por este motivo que respirar este aire húmedo y salado, es una forma de poder sentir más vivamente experiencias reconfortantes. Nos podemos volver a conectar con las emociones de tranquilidad, de alegría o de serenidad.

Hay mucha gente que, al contemplar la mera imagen del mar, evocan los sentimientos y los valores de libertad, paz y conexión con la naturaleza. Muchos lo describen como una sensación de ser capaz de estar en un entorno acogedor y con total apertura, sin límites ni barreras.

Así pues, las personas que viven cerca del mar son muy privilegiadas. Tenemos un gran recurso natural para mejorar nuestra salud, y muchas veces no nos damos cuenta. De este modo, te propongo que la próxima vez que te sientas agobiado o desmotivado, salgas de casa y vayas a buscar el mar. Siéntate cerca y sólo conecta con el momento presente. Descubrirás como, al cabo de pocos minutos, tu estado de ánimo cambia y te sientes mucho mejor.

 

 

 

 

Oriol Lugo

Psicólogo y Coach

Experto en Terapias Neurocientíficas

Co-director de OWL INSTITUTE. Institut Psicològic