La práctica de Mindfulness enseña a los/las niños/as habilidades vitales que les ayudan a calmarse y tranquilizarse, a cobrar conciencia de su experiencia interna y externa, y a imprimir una cualidad reflexiva a sus acciones y relaciones. Vivir de ese modo ayuda al niño/a a conectarse consigo mismo (¿qué siento?, ¿qué pienso?, ¿qué veo?), y con los demás (¿qué sienten?, ¿qué piensan?, ¿qué ven?). Así pues, los objetivos principales del Mindfulness son:

– Aprender a prestar atención, viviendo el Aquí y Ahora.

– Desarrollar habilidades personales para cultivar el equilibrio emocional.

– Tomar conciencia de la regulación y gestión de las emociones.

– Darse cuenta de la actitud adoptada ante diferentes experiencias.

Hay muchos/as niños/as que tienen algunos problemas para mantener la atención, para planificar y mantener objetivos. Muchos asocian estos síntomas a rasgos específicos de un Trastorno de Atención (TDA). Pero, primero de todo, es importante detectar si la actividad es motivadora para el niño/a y, si es así, observar si logra estar plenamente concentrado en ella. La motivación es el motor de todos los seres humanos y aún más de los niños/as. En muchas ocasiones, el niño/a no encuentra la motivación en tareas o materias escolares, por lo que viaja a otro mundo más interesante, sus pensamientos. Otras veces, el niño tiene una imaginación desbordante, y hace de una simple suma en clase de matemáticas una gran aventura o misterio. Es importante tener en cuenta las características de cada niño/a y no tender a asociar una consecuencia a una misma causa. I, sobre todo, hacer una buena evaluación i diagnóstico.

Para lograr que estos niños aparentemente “desatentos” o muy imaginativos no tengan grandes problemas a nivel académico, es importante poder entrenarlos en el autocontrol y potenciar la motivación. El niño ha de ser consciente cuándo se encierra en sus pensamientos o imaginación, ser capaz de poder frenarlo y volver al momento presente.

En la actualidad, el tratamiento con técnicas de Mindfulness está siendo una revolución en el mundo clínico y de la educación. Se ha demostrado, por ejemplo, que el entrenamiento en Mindfulness mejora considerablemente el procesamiento atencional (Jha 2007, Semple 2010) y que con la practica regular a largo plazo hay una mejor capacidad de concentración y de inhibición de respuestas automáticas (Van der Hurk et al. 2010).

Con el Mindfulness se entrena a los niños para dotarlos de herramientas de autocontrol y aumentar su capacidad de concentración y atención. Es por ello que se considera que la práctica de Mindfulness puede ser muy beneficiosa para todos, niños/as y, también, para adultos.

 

 

 

 

Ana Farré

Psicóloga y Psicoterapeuta

Experta en Terapias Neurocientíficas

Co-directora de OWL INSTITUTE. Institut Psicològic