Con OWL Emocions promovemos el desarrollo de la Inteligencia Emocional pero…
¿Qué es exactamente este tipo de inteligencia y por qué es importante?
Para ello debemos remontarnos algunas décadas atrás. En 1995 Daniel Goleman impulsó este concepto. Según su definición, la Inteligencia Emocional es la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, manejar adecuadamente nuestras relaciones y saber motivarnos.
Una persona con altas capacidades emocionales tiene una gran habilidad de empatía y, con ello, mayor facilidad para relacionarse con los demás. Es capaz de gestionar las críticas, pues las analiza y posteriormente las integrar en sus esquemas cognitivos. A su vez, una persona con altas capacidades emocionales es propensa a ser más felices, ya que sabe encarar las emociones negativas de forma positiva. Además, su autogestión emocional les otorga ciertas cualidades para afrontar situaciones límite adversas sin hundirse.
En su obra, Goleman expone la sobrevaloración que todo el mundo da a los aspectos más racionales y la poca importancia que se otorga al saber gestionar las emociones. Esto lo vemos reflejado en el momento en que presenciamos actos de violencia. La violencia es un mecanismo de defensa más básico en el ser humano, al que se recurre cuando nos sentimos amenazados. ¿La razón? Un bajo desarrollo emocional. Al no saber gestionar nuestras emociones, tendemos a responder por medio de la violencia, huyendo del problema sin encararlo. ¿Así desaparecerá nuestro problema? No. Debemos tener presente que dicho problema persistirá y que, por ello, es muy importante tener un buen desarrollo emocional para hacer frente a las adversidades.
Inteligencia Emocional: ¿nacemos con ella o debemos hacerla?
Si bien es cierto que hay personas con más facilidades innatas para la gestión emocional, lo que nos hace tener una buena capacidad emocional es su desarrollo diario.
Por ello, con OWL Emocions promovemos el buen desarrollo emocional tanto para niños/as, como para jóvenes y adultos, puesto que el crecimiento personal no debe detenerse en una edad concreta, si no que debemos desarrollarlo a lo largo de todo nuestro ciclo vital.