Todos conocemos alguna persona que, al terminar una relación, busca inmediatamente estar en otra sin pasar por lo que llamaríamos el duelo. O incluso parejas en las que la relación se ve muy desigual, uno lo tiene idealizado y el otro tiene una actitud que podríamos considerar pasota.
Las películas de género romántico o algunas de las canciones pop más famosas han hecho que muchas personas fantaseen con una idea del amor que no corresponde a la realidad. Ni si quiera es un amor sano. Me refiero a aquellas ideas donde el amor todo lo puede, donde hay que estar siempre disponible para el otro. “Si tú me dices ven, lo dejo todo”. Hay incluso escenas en las que una persona tiene un problema y la pareja sabe, sin necesidad de que el otro lo comunique, que tiene que ir a buscarla y llevarla a un lugar especial. ¿Os suena de lo que hablo?
Bien, pues no. El amor real no es así.
Hay personas, que debido a esa falsa creencia de lo que es el amor, unida a una baja autoestima y una necesidad de tener afecto acaban desarrollando un patrón que les hace relacionarse de forma dependiente. En ese estar presente en todo momento, cubrir todas las necesidades, comprobar que la relación constantemente esté en un buen punto buscan cubrir sus necesidades frustradas. Estas personas buscan parejas que sean todo lo contrario a lo que ellos son, es decir, que gocen de una alta autoestima, que se muestren seguras de sí mismas, independientes y con un buen autoconcepto.
Por más que lo intenten y hagan todo lo necesario para conseguirlo, esas necesidades nunca son cubiertas ya que las expectativas que tienen hacia lo que significa ser feliz y el amor no se cumplen.
¿Y qué pasa con la pareja?
A menudo, al principio todo va bien. La persona dependiente idealiza al otro y el otro siente como su pareja le cuida, le alaba y le necesita. Pero entonces el dependiente desarrolla comportamientos basados en comprobar de forma constante que la relación se encuentra en un buen punto ya que está dispuesto a hacer cualquier cosa para mantener la relación. La pareja decide no continuar, fruto de la inseguridad, la indefensión, la necesidad de ser cuidado de forma desmedida y ser siempre el centro de atención. Bajo esta circunstancia la persona dependiente sentirá algo parecido a un síndrome de abstinencia vinculado a los recuerdos de la relación y la falta de sentido que le encuentra ahora a la vida sin estar emparejado. Por ello, con toda probabilidad acabará encadenando relaciones para no verse solo.
¿Como evitarlo?
Para evitar caer en la dependencia emocional o romper este patrón es necesario que tengamos un buen conocimiento de nosotros mismos. Saber lo que uno quiere y lo que no, nos va a ayudar a ser asertivos y poner límites ante aquellas situaciones, conductas o palabras que nos produzcan malestar. El amor hacia uno mismo se vuelve un pilar fundamental también para evitar la dependencia emocional ya que nos ayuda a tener relaciones sanas. La comunicación es una pieza clave en cualquier relación, sea del tipo que sea. Si necesito algo de mi pareja o amig@, ¿por qué no pedirlo?
Alba Lavandero
Psicóloga General Sanitaria
Miembro del equipo OWL INSTITUTE. Institut Psicològic