En el anterior artículo os introdujimos al mundo de la Musicoterapia. A continuación, vamos a profundizar más pudiendo explicaros los tipos de métodos que existen. Concretamente hay de dos clases: los pasivos y los activos.

Los métodos pasivos o receptivos implican una acción «interna» de escuchar, de imaginar, de sentir. En estos tipos de métodos la terapia tiene lugar como resultado de la escucha del paciente, entrando en ella, o recibiendo la música misma. La música actúa directamente en el paciente, bien aportando estímulo que facilita respuestas terapéuticas inmediatas o estimulando un proceso terapéutico para que se dé un cambio. El proceso de cambio terapéutico puede tener lugar durante o después de la experiencia de la escucha, y puede implicar respuestas musicales o no musicales.

La musicoterapia pasiva o receptiva estaría indicada para aquellos pacientes que, no pudiendo participar de la actividad musical en forma activa, puedan tener beneficios a partir de la recepción musical.

Con la audición musical generalmente se busca la obtención de uno o varios de estos objetivos: sugerir imágenes y fantasías, provocar recuerdos y sentimientos conscientes y subconscientes, provocar cambios en el estado de ánimo, facilitar la expresión verbal de los sentimientos, facilitar el conocimiento del mundo emocional del paciente como ayuda en el diagnóstico o hacer tomar conciencia al paciente de la existencia de sentimientos distintos a los suyos en los otros, para que los acepte y los respete.

El método GIM de Bonny, o el principio de ISO pertenecen a los métodos pasivos:

– Técnica Guided Imagery and Music (GIM): Es un método que fue creado por la Musicoterapeuta americana Helen Bonny. Consiste en que el paciente, en un estado de relajación, escuche piezas de música clásica de forma que esta música. Le provoque imágenes, símbolos y emociones surgidas, no solamente de la vida diaria del enfermo, sino también de su subconsciente.

Se le da la opción que exprese todo lo que la música le inspire en forma de dibujo, poesía, etc. De esta forma se pretende que el paciente explore su mundo interior y así consiga un mayor conocimiento de sí mismo. Los pacientes con los que se suele aplicar este método son pacientes con depresión, ansiedad, cáncer y drogodependencia.

– Principio de ISO (Identidad Sonora): El principio de ISO es el conjunto de energías sonoras, acústicas y de movimiento que pertenecen a un individuo y lo caracterizan. Esta identidad sonora cambia con las circunstancias. Este principio fue ideado por Rolando Benenzon y en él se distinguen entre varios tipos de ISO:

– ISO universal: son sonidos que caracterizan todos los seres humanos independientemente de su cultura y contexto social (latido del corazón …)

– ISO gestáltico: Vivencias intrauterinas. A medida que el embrión evoluciona los fenómenos se intensifican y se suman sonidos del exterior siempre mediatizados por el líquido amniótico que actúa como filtro (sonidos intrauterinos de líquido, sonidos provenientes del exterior, la voz de la madre, etc .).

– ISO grupal: es el ISO que se establece en un grupo de trabajo terapéutico.

– ISO cultural: depende de la cultura que hemos nacido, está muy relacionado con el folklore (canciones tradicionales de su cultura, etc.).

– ISO complementario: son los pequeños cambios que cooperan cada día o en cada sesión de musicoterapia por defecto de las circunstancias ambientales y dinámicas.

La modificación del estado de ánimo del paciente es el objetivo principal de este principio. Lo que se pretende es buscar el tipo de música que concuerde con el estado de ánimo en el que se encuentre el paciente de manera que se establezca una relación de igualdad entre el tipo de música dada a escuchar y el estado de ánimo del paciente.

Hay que tener en cuenta qué es lo que provoca el estado de ánimo al paciente, es decir, si es debido a la enfermedad que tiene, en un estado de ánimo temporal (que puede variar diariamente), en su temperamento básico (el que tenía antes de la enfermedad), etc., ya que en cada caso se usaría un tipo de música distinta.

A continuación, una vez alcanzada esta relación de igualdad, se irá tratando de cambiar su estado de ánimo de forma gradual con piezas musicales que dependerán de cada situación. De esta forma, se pretende conseguir que, al finalizar el proceso, un paciente que al principio estuviera en un estado de depresión, ansiedad, hiperactividad, etc. termine el proceso en un estado mucho más positivo.

Esperamos que cada vez tengáis más ganas de usar la musicoterapia para facilitaros el cambio.

 

 

 

 

Ana Farré

Psicóloga y Psicoterapeuta

Experta en Terapias Neurocientíficas

Co-directora de OWL INSTITUTE. Institut Psicològic