Hoy en día se habla mucho del concepto de FELICIDAD. En la televisión, en la radio, en los periódicos y en las revistas, constantemente aparece este concepto. Pero llega un punto en qué no sabemos a qué nos referimos cuando queremos expresar esta idea.

Podríamos decir que todos/as tenemos un concepto particular sobre la FELICIDAD. Si le preguntas a alguien que quiere que le toque la lotería te diría que ser feliz consiste en tener mucho dinero; a alguien que se acaba de casar, que el amor de una pareja es la máxima expresión de felicidad; y si li preguntes a unos padres primerizos, seguramente te dirían que son sus hijos.

Hay tantas definiciones de FELICIDAD como personas que habitan en este planeta. Aun así, lo que más dolor nos causa es la incongruencia. Fumamos, bebemos, tenemos conductas sedentarias, dedicamos más tiempo a chatear que no a ver cara a cara a nuestros amigos/as…. Y luego nos preguntamos: ¿por qué no somos felices?

La respuesta reside en esta incoherencia de la que hablamos. Si no eres coherente con aquello que quieres, como por ejemplo ser FELIZ, entonces llegamos al punto de ser infelices.

Nosotros, des de las Neurociencias, que son las ciencias que estudian el cerebro, el sistema nervioso, su funcionamiento y su vinculación con el comportamiento humano; decimos que no somos felices porque en nuestra mente hay toda una serie de estructuras que no están equilibrio.

Gracias a los últimos avances en el campo de las NEUROCIENCIAS, concretamente aplicadas al ámbito de la PSICOTERAPIA, han nacido un cuerpo de nuevas técnicas y metodologías que nos ayudan a ser más felices. De forma más específica: ayudan a nuestro cerebro y organismo a ser más felices.

Diríamos que todos/as llevamos una mochila en nuestra espalda, cargada con toda una clase de experiencias. Algunas más positivas y otras más negativas. Las experiencias más negativas, las llamamos traumas. Que son básicamente experiencias que por la intensidad o la reiteración de las emociones vividas, se acaban encapsulando. Es entonces cuando se generan los recuerdos dolorosos. Estos recuerdos aunque sean pasados siguen haciéndonos daño. Y el cúmulo de todas estas experiencias negativas hacen que llevemos un gran peso a nuestras espaldas. Esto se manifiesta en forma de trastornos, como la ansiedad, la depresión, las fobias… Y también en forma de dolores psicosomáticos.

Estas experiencias vienen de la infancia, de la etapa de la impronta, que es una etapa en la que los niños y niñas (de los 0 a los 6-7 años), están madurando a nivel cerebral. Esta etapa es la etapa de modelaje, done los infantes copian todo lo que perciben: incorporan creencias, hábitos, rutinas, valores… Y esto queda bien guardado como si fuera una huella.

También hay la etapa de la vida intrauterina, que es que los bebés en su estado de gestación están conectados con su mamá. Entonces, los cambios hormonales o del estrés pasan a través del corriente sanguíneo al bebé y esto puede generar toda una serie de cambios y de recuerdos somáticos (en el cuerpo).

Luego a lo largo de los años iremos acumulando experiencias, que se irán depositando en nuestro inconsciente. Algunos de estos recuerdos son conscientes y otros no los recordamos, o creemos que están olvidados. Para nada, están muy presentes en nuestro día a día, y nos condicionan en quiénes somos y las cosas/ decisiones que tomamos.

Esto se ve con claridad gracias al efecto péndulo, que no es otra cosa, que las dos caras del mismo comportamiento o de la misma forma de pensar. Podemos estar en un extremo de pensar que somos muy buenos en lo que hacemos, por poner un ejemplo, pero de repente sentirnos los peores del mundo. Estos cambios de ideas vienen porque tenemos unas redes de recuerdos que nos afectan y nos marcan quienes somos.

Pero todas estas situaciones y trastornos se pueden superar. Gracias a las Terapias Neurocientíficas, que son estas técnicas nacidas de los últimos avances de la tecnología aplicada al descubrimiento y al estudio del cerebro. Hemos podido, y somos capaces de ver en vivo y en directo que le ocurre a nuestro cerebro cuando está estresado, relajado, con miedo o cuando estamos enfadados. Estos conocimientos nos permiten generar herramientas que nos ayudan a liberar emociones, sensaciones y pensamientos.

De esta manera, cuando alguien sufre de estrés sus amígdalas se ven sobre activadas. Son una parte del cerebro, en la parte límbica, donde gestionamos las emociones. Cuando estamos estresados nos ponemos en modo de supervivencia: con la respuesta de huida, lucha o congelación. Así pues, alguien que ha sufrido de un trauma sus amígdalas responden como si estuviera en una situación de peligro. Y aunque haya pasado mucho tiempo, el mero hecho de pensar en ese recuerdo hace que la persona vuelva a sentir las mismas emociones o sensaciones corporales, porque sus amígdalas están respondiendo de la misma manera.

No sólo es una cuestión emocional, sino también es física, ya que cuando el cuerpo experimenta una emoción podemos percibir cambios térmicos. Por eje,mplo con la rabia la sangre se condensa en los puños y cuando sentimos tristeza, la temperatura corporal disminuye, siendo menores las zonas de activación.

Así pues, nuestra misión con las Terapias Neurocientíficas es ayudar a las personas a que puedan desestresar sus amígdalas. Que estas pequeñas “almendras” que tenemos en la zona límbica pueda dejar de sobre activarse, y así puedan recuperar una funcionalidad dentro de lo normal. Como respuesta el estrés, las tensiones, los miedos, los temblores, la sudoración desaparece, y así acabamos por liberar las emociones y las sensaciones corporales.

Nosotros, hemos creado un método integrador donde combinamos algunas de las terapias más potentes en el campo neurocientífico; como serían: el EMDR, las TIC, el Brainspotting o el Coaching Wingwave entre otras.

Hemos generado un protocolo de trabajado, donde primero descubrimos el MAPA. Este consiste en una recopilación de todas las experiencias que ha vivido una persona respecto a un tema. Por ejemplo, si alguien tiene miedo a volar, serían todas las situaciones donde ha sufrido este temor tanto en su presente, pasado y futuro. En el futuro serían los “y si…”, que son los miedos anticipatorios.

Una vez recopilamos el MAPA, el siguiente paso es la desensibilización y el reprocesamiento. Que consisten en aplicar algunas técnicas, como serían los movimientos oculares rápidos, o la estimulación bilateral, ya sea con golpecitos o con música especial. Esto ayuda a que los dos hemisferios se sincronicen y que la amígdala se relaje.

El resultado final, es que la persona pueda volver a conectarse al recuerdo, pensando en él, y que sienta que las emociones han disminuido o que se han liberado; y que las sensaciones corporales se han reducido, o han quedado totalmente borradas.

El recuerdo no queda borrado, sino que se reprocesa, pudiendo así la persona darle otra lectura o reinterpretación. Por ejemplo, una situación de hablar en público puede causar pánico a una persona, pero si después de aplicar las técnicas, esta misma persona se encuentra relajada y tranquila, entonces va interpretar su futura ponencia como menos amenazadora, o incluso como una gran oportunidad para sentirse orgulloso/a.

Finalmente, nuestro propósito es que la persona pueda vaciar y liberar el máximo posible su mochila emocional. Como resultado se sentirá más libre, tranquilada, relajada y más feliz. Quizás otra forma de ver la FELICIDAD es como aquel estado donde el pasado no nos duela, o no nos duela tanto; en el presente estamos tranquilos; y el futuro se siente como esperanzador.

 

 

Autor:

Oriol Lugo

Psicólogo y Coach

Experto en Terapias Neurocientíficas

Co-director de OWL INSTITUTE. Institu Psicològic